La elección de un camino equivocado de la vida y una condena de 7 años, separaron a Ezequiel de sus hijos, Valentín y Laureano. Con tan solo 20 años, Ezequiel estuvo en diferentes penales donde conoció de cerca la violencia y la soledad. El panorama no era muy alentador, hasta que el rugby llegó a su vida.

Hoy Ezequiel es un hombre distinto: Se encuentra en libertad, hace 8 meses trabaja en la empresa @grupodassargentina , juega en el equipo de Espartanos Rugby Club y está construyendo una nueva relación con su familia. Esta es su historia:

“Antes, mi relación con mis hijos era complicada. Son hijos de diferentes madres y entre ellos no había mucha relación entre sí. A Valen no lo vi por muchos años y a Lau, si bien lo veía una vez al mes, siempre se iba llorando porque quería quedarse a dormir conmigo. Era muy triste eso.

Hoy en día, aunque no viven conmigo, somos una familia. Cada 15 días vienen a dormir conmigo, pueden venir a merendar en las tardes y tenemos un grupo de whatsapp donde hablamos siempre. Valen es muy protector con Lau y se quieren mucho. Ambos me acompañan cuando tengo partido de rugby y yo los acompaño cuando entrenan. Les encanta el deporte.

Trato de inculcarles los valores que aprendí del rugby: les digo que tienen que cuidar a su compañero como cuidan la pelota, no cancherear al rival, mantener el respeto y la humildad. Saber que a veces se pierde, pero se pierde jugando, no abandonando y que siempre habrá una revancha.

Les digo que estudien, que brinden a los demás los buenos valores, las costumbres que mamá, papá o los abuelos les enseñamos. Y que por sobre todo disfruten del estar vivos. Pero que la disfruten a conciencia. Deseo que ellos crezcan libres y felices, con tranquilidad y rodeados de gente buena.

Estoy agradecido porque tengo un buen trabajo, mis compañeros me apoyan mucho. Hace poco me felicitaron por los cambios que ven en mi y eso me motivó más. Me hacen sentir que es por acá, que sí se puede».

¡Vamos por más!